Los invitamos a recorrer Argentina a través de historias de librerías. Una forma de conocernos y saber un poco más sobre nosotros.
“Librerías de mi país” es un punto de encuentro entre libreros de Argentina, donde una persona con un negocio en Mendoza, puede sentirse identificada con alguien que se encuentre en Chaco, en Tierra del Fuego o en cualquier punto del país por tener historias similares, de superación, esfuerzo y crecimiento.
Como sabemos, uno de los puntos en común del rubro son las empresas familiares por lo que las historias de los negocios están impregnadas de gran voluntad personal, valor emocional e historia familiar. Un claro ejemplo es la librería marplatense Conforti, que traspasó de generación en generación y que lo tuvo a José Luis Conforti aprendiendo a gatear sobre el mostrador de una de las librerías más antiguas y más lindas de la ciudad feliz.
También observamos que los negocios se sienten cómodos al comercializar diferentes tipos de artículos. Están quienes venden por mayor, por menor, artículos de librería en general, artículos escolares o insumos comerciales o técnicos. Otra característica distintiva, es el espacio físico de cada una de las librerías. Están quienes optaron por locales más pequeños, quienes ampliaron espacios en función del crecimiento sostenido y quienes, como la Papelera Comercial Coria de Villa María, Córdoba, tienen un local de 500 metros cuadrados. He allí la personalidad y el estilo de cada negocio.
Muchos de los empresarios del rubro, al comenzar, no tenían bases firmes y, mucho menos el éxito garantizado. Por esta razón, encontramos historias compartidas, donde los dueños de librerías comenzaron vendiendo artículos o recorriendo locales, hasta poder obtener su propio negocio.
La continuidad del negocio familiar es un punto en común que une Mar del Plata con Villa María, con Ushuaia y con tantos otros puntos del país. En este caso, a los Conforti y a los Coria se suma Silvia Caiña, dueña de la librería Yehuin donde su vida laboral transcurre junto a su hija en un negocio que comenzó siendo pequeño y hoy posee 140 metros cuadrados.
El paso de las generaciones no se da solamente detrás del mostrador, también sucede con los clientes. Tal es así que Silvia vio pasar a varias generaciones de clientes. En el inicio de Yehuin muchos de los clientes acudían con sus padres para hacer las compras de jardín y décadas después, son quienes van junto a sus hijos a hacer lo propio.
Encontraremos quienes vendieron un auto para poner un primer negocio, quienes poseen su primer recuerdo entre artículos de librería y quienes tienen el ferviente deseo de ver a sus hijos continuar con lo que alguna vez fue un sueño y se transformó en el negocio y sustento de toda la familia.
Cuando Silvia nació, la librería estaba situada en un pequeño garaje adaptado para operar como local comercial y era la única librería del barrio. “Pirotecnia, lotería, diarios y revistas: el negocio de mi papá tenía de todo”, recuerda José Luis sobre el negocio que lo vio crecer.
El esfuerzo para la inversión inicial y para la expansión o la ayuda de un familiar o una herencia son solo dos puntos de convergencia que unen este rubro en todo el territorio argentino. Poco importa si la librería se encuentra en Chaco, en Formosa, en Tierra del Fuego o en la Ciudad de Buenos Aires, todas tienen el mismo compromiso con los clientes y el deseo de progresar. Además, contribuyen a la economía del país generando puestos de trabajo y buscan modelos de negocios para consolidarse a lo largo de generaciones.